Esto es tan solo uno de los juegos de la vida. Mi vida es tan solo un juego de la vida. El pequeño dentro de mi mente se asoma una vez al año. Cada treinta del cuarto mes. Le duelen los ojos al asomarse, quizás porque estuvo dormido, quizás porque estuvo en lo oscuro. Se asoma lentamente, aturdido. Confuso. Dormido.
Sin saber a ciencia cierta en donde se encuentra, quien a su lado encuentra, porque hasta este momento encuentra. Poco a poco su cara de extrañes se convierte en una mirada de tristeza. Recordando el ultimo momento en que salió a jugar, recordando el ultimo juego que le hizo sonreír.
Mientras tanto, lo miro escondido, esperando su reacción, observando aquella acción. Seguro llorara, seguro estará aterrado, seguro querrá gritar. Seguro por su cabeza pesara el desconsuelo. Seguro su pequeña alma querrá escapar de aquí.
Me compadezco de el, lamento tanto lo de el, Estoy tan triste por el. Es obvio lo que seguirá, es obvio por lo que pasara, es mas que obvio lo que sentirá. Estoy en silencio esperado su reacción. Lo he olvidado por mucho tiempo, lo he dejado arrumbado en lo oscuro de mi mente, me he escondido de el. Por eso sé lo que siente. Si de pronto yo saliera de la oscuridad, después de un largo tiempo, seguramente estaría tan confuso como el, seguramente me arremetería en rencor contra aquella persona que me ha olvidado, que me ha descuidado, que me ha abandonado. Maldeciría su vida, odiaría su existencia. Y desconsolado lloraría.
El niño dentro de mi mente ha salido completamente, se le ve su cara confuso, triste, dudoso. Levanta su mirada hacia donde me encuentro. Buscándome, sin querer hallándome. Se acerca, lentamente, con las manos detrás de la espalda, escondiendo algo. Y se detiene cerca de mi.
Esperando su reacción, no queriendo tal acción. Me quedo mirando culpable.
Saca de su escondite la mano, mostrándola frente a mi. Empuñando algo. Pone su mano cerca de mi. Fijando mi vista sobre su mano, lentamente veo como se abre, y aparece ante mis ojos una pequeña pelota amarilla. Desconcertado levanto mi vista para verlo a los ojos. Y me quedo maravillado al encontrarle una hermosa sonrisa en el rostro, deslumbrante, contagiante. Confortante. Y al fin recuerdo el ultimo juego.
Valió la pena tanto tiempo, vale la pena recordar. Vale la pena el esfuerzo. Vale la pena esperar. No recibí recriminación alguna, ni llanto, ni rencor. Solo alegría, juegos y risas. Y una solicitud más. Que aunque el aguarda todo el año, les gustaría salir mas tiempo y volver alegre a Jugar.
mayo 09, 2005
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